Capitulo III
La oración apostólica
La oración apostólica
MARIA:
1. ¿Sabes, hijo mío, que en cualquier situación
dispones de un arma apostólica de máxima eficacia, que es la oración?
Tú crees sin dudar que se puede
trabajar por la salvación de las almas tanto rezando como predicando. Admites
que la oración es un medio que suple o sustituye la acción, en especial
para los ancianos, para los enfermos, para todos los que no pueden entregarse con
celo las obras apostólicas ¡Que lejos
estas de comprender la eficacia apostólica de la oración!
2. La oración no es un sustitutivo de la acción directa; es un arma apostólica de eficacia incomparable superior a toda actividad exterior.
Jesús predico durante tres años; antes
había rezado durante treinta años, y en el mismo curso de los tres años de su
apostolado exterior, no solo pasaba noches en oración, sino que constantemente,
en lo íntimo de su alma, conversaba con el Padre mientras sus labios instruían a
los hombres.
Con el he colaborado yo a la redención
del mundo. No predique, no dirigí la Iglesia, no hice milagros, pero rece y sufrí.
Y como yo, José rezo y sufrió; y sin pronunciar
ninguna palabra que quedara consignada en los libros, hizo por la conversión de
los hombres mas que, Pedro y Pablo.
Escruta la vida de los apóstoles: todos los grandes convertidores de almas han sido hombres de profunda y larga oración.
Escruta la vida de los apóstoles: todos los grandes convertidores de almas han sido hombres de profunda y larga oración.
3. ¡Ay del apóstol que no reza! Es un
bronce que suena, un címbalo que retiñe, que se cansa y que se gasta, y, tal
vez, que se pierde sin hacer bien a las almas. Y si, con todo, su actividad
parece producir frutos de salvación, el no recibirá ninguna recompensa.
4. ¿No ves que es imposible que no
sea así? Convertir, santificar o salvar a un alma es una obra sobre natural. ¿Puede
hacerse una obra sobrenatural con medios naturales?
Todo lo sobre natural es fruto de la gracia, y la gracia, fruto de la oración. Cuanto más se reza, más fruto sobrenatural
se produce.
5. Dios quiere las obras allá
donde sean posibles, como quiere el signo sensible para producir la gracia sacramental.
Pero así como como toda el agua del océano es incapaz, por si sola de lavar el alma de un niño, así también todas las obras exteriores son impotentes
para convertir o santificar a un solo hombre.
La palabra del sacerdote ha de acompañar
a la infusión del agua sobre la frente
del niño al bautizarlo; así la oración del apóstol ha de acompañar a su acción exterior.
La oración puede incluso suplir por
entero a la acción donde esta sea imposible, de la misma manera que el bautismo
de deseo puede suplir cuando el bautismo de agua es imposible.
6. ¿No es Dios omnipotente? ¿No dispone
de una afinidad de medios para hacer llegar a las almas la gracia de la salvación? Él puede dar una eficacia
maravillosa a una sencilla palabra, en medio de una súbita desgracia o de un
acontecimiento ordinario; puede hacer encontrar en una palabra leída o
escuchada, incluso mal comprendida, aquella lección que ilumina, conmueve y
convierte; hasta puede hacer que sus enemigos contribuyan a realizar sus
misericordiosos designios. El profeta Balam fue enviado a maldecir a Israel, y
en lugar de maldiciones, solo profirió bendiciones.
En el apostolado la oración es más
necesaria que las obras.
7. ¿Has comprendido esta lección?
Si es que si, esfuérzate en ser apóstol
más por la oración que por la acción exterior. Reza cada dia con la mirada
puesta en una intención apostólica.
Cuando quieres ganar un alma,
reflexionas en los pasos que has de dar y en las cosas que vas a decir, y haces
bien; pero ¿pones aun mayor empeño en rezar? ¿Y esperas el éxito de tu empresa más
del Dios a quien rezas que de tu habilidad de tu poder de persuasión?
8. Reza, reza y aprende a multiplicar
tus oraciones por la conversión y la santificación de las almas.
Añade una intención apostólica a todas
tus oraciones y comuniones. Transforma en oraciones tus actos y tus sufrimientos,
ofreciéndolos a Dios a través de mis manos, por el fin partícula que quieras,
pero que sea conforme con mis intenciones. A todo ello une el crecimiento de
cuantas Misas se digan en el mundo entero y de todos los Rosarios que se
desgranan en el universo durante el dia.
Hazte mendigo delas oraciones de los religioso
y religiosas contemplativos, y de las almas humildes y confiadas que te pueden
socorrer con oraciones. Moviliza en especial a los enfermos y a las almas que
sufren: sus plegarias e inmolaciones tienen una virtud casi sacramental.
9. Ruega por tus padres y por tus seres
queridos Ruega por la Iglesia, por el Papa, por los obispos, por los sacerdotes y por todos los misioneros
y apóstoles. Ruega, en particular por
los que como tú, se han alistado bajo mi bandera para apresurar la vendida de
reino de Jesús, mediante el advenimiento de mi reino. Ruega por todos aquellos a
quien has intentado hacer el bien, para
que perseveren en el bien. Ruega por aquellos
a quienes deberías haber hecho algún
bien, para que la oración repare tú negligencia. Ruega por aquellos con quienes
has de encontrarte algún dia, para que les hagas todo el bien que este llamado
a hacerles.
10. Antes de la acción ruega para que Dios te de todo el éxito que anhelas.
Ruegas cuando la acción se presta difícil,
a fin de que tu oración supla tu
impotencia. Ruga cuando te parezca fácil, no sea que, por fiarte por tu
habilidad natural, no produzcas ningún fruto sobrenatural. Durante la acción ruega
para que Dios continúe obrando por medio de ti. Después de la acción ruega para
darle gracias si has tenido éxito; rézale también, si crees que has fracasado,
porque a pesar de todo debes tener la seguridad de que, con cuanta más fuerza ruegues
a Dios, mayor será el éxito que, al fin,
Él quiera darte.
Reza y no te canses de rezar, y
realizaras maravillas por Mí y para Mí.
El ALMA FIEL:
!Enséñame a orar, oh Virgen María!
!Tu qué hiciste de tu vida una inocente oración por la gloria del Padre, la misión
del Hijo y la salvación de tus hijo, enséñame a orar!